No me gusta tener que
creer porque eso supone
amarrarse a algo, y amarrarse no está bien, más que nada porque cuando se despega
duele y recomponer cuesta. Y las cuestas salen caras.
Yo empecé a perder cuando me amarré a tus tobillos y subí hacia tus labios, pero aún creo en no tener que pagar por los daños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario